POR SOLANGE IDALGO
Silvina Giaganti llega a las respuestas mediante el arte. En Tarda en apagarse (Caleta Olivia, 2017) la escritora y filósofa utiliza la poesía como canal para plasmar las respuestas que van más allá de la razón. No mastica la metáfora, la hace carne y hueso.
Cuando leí el poemario por primera vez, en remotas arenas uruguayas, logré conectarme mental y emocionalmente con sus páginas. Tal vez la humedad y desolación de La Pedrera fueron un buen conductor para teletransportarme a las sensaciones que transcurren poema a poema. Sus vínculos familiares, la muerte y las infinitas capas del amor desencadenan en la necesidad de volverlos poesía y deconstruir contextos.Es julio y vuelvo a leer Tarda en apagarse el día que muere mi padre. Creo que leer a escritoras que conciben arte desde una construcción feminista es vital para extirpar lo que hierve adentro y hace mal. Pienso en que no soy la única que vivenció el libro así. Somos una generación que se despierta cada mañana pensando diferente a la anterior, no nos satisface quedarnos con lo que creíamos saber. El libro tiene ese espíritu, por eso conquista corazones feministas y es el best seller celebrado de la poesía independiente. La autora elige publicar poemas de otros tiempos, habla desde épocas anteriores, comparte con quien lee lo que aprendió sobre vivir la vida.
Tarda en apagarse está escrito en primera persona, expone señales de advertencia y remarca que lo personal es político. Reflexiona sobre los vínculos familiares, nombra a la escritora lesbofeminista Monique Witting e invita a escuchar Cocteau Twinsa. Giaganti usa la música y la literatura como métodos principales para llegar deconstruir al lectorx. Cuenta en verso la experiencia de cómo salir del barrio y no volver en el intento. Lo conmovedor de sus poemas es que reflejan en clave disidente lo que todxs necesitamos derribar para crecer: nosotrxs mismxs.