Sobrefeminismo de TV

POR AILÉN MONTAÑEZ Y CANDELARIA HERNÁNDEZ

“¿Qué es el feminismo?” Le preguntó Jorge Rial a María Florencia Freijo la tarde del 25 de enero, en su programa Intrusos en el Espectáculo. La campaña #Metoo erupcionó en la comunidad virtual y fue escrita en 15 idiomas. El colectivo Time’s Up logró que redes sociales y  medios masivos mostraran a Hollywood denunciando acoso en Hollywood. ¿Es casual que la tv esté tomando de referencia los debates que invaden las calles? ¿O una vez más la maquinaria mediática se apropia de lo que ya penetró en la sociedad para devolverlo masticado y apto para el consumo masivo?.

“Yo lucho por la igualdad y los derechos, pero no soy feminista”.

“¿Las feministas odian a los hombres?”.

“No soy feminista porque tengo marido y un hijo”.

De alguna manera, estos eslogans son los que dieron el lugar para debatir el feminismo en la televisión abierta, y para aprovechar la publicidad que esto desprende. Pero la publicidad sólo es mala cuando no se sabe qué hacer con ella. Por eso analizar en el post boom mediático las intervenciones de María Florencia Freijo (Economía Femini(s)ta), Malena Pichot (actriz, guionista), María Virginia Godoy – Srta. Bimbo (comediante, escritora) y las periodistas Luciana Peker y Julia Mengolini, hablando sobre feminismo en el programa de chimentos más visto de la tarde, es visualizar cómo plantearnos ante este nuevo espacio de diálogo.

La televisión es una industria liderada por empresarios, hombres, que sostienen el poder que significa comunicar. Por eso cuando abre espacios de diálogo es interesante pensarlos como formatos de entretenimiento para dejar en claro que el feminismo desborda a los formatos, y ahí el punto: el feminismo no es un formato. Ni televisivo, ni partidario, ni religioso, ni mediático.

Allí donde la maquinaria intenta encauzar al movimiento es donde hay que disputar los sentidos, aquellos que nos son propios como colectivo. Exigir el cumplimiento del cupo laboral trans, movilizarnos por el derecho al aborto legal, reivindicar las identidades autopercibidas, reclamar por el cumplimiento efectivo de la ley de protección integral hacia las mujeres, instalar el debate sobre las tareas de cuidado y la brecha salarial entre hombres y mujeres.

Si la mujer en la pantalla del cine comercial  ya no representa a la media, el mercado se agota y sale a producir nuevas feminidades. El riesgo acá es que los significados que están en conflicto (por que el dispositivo televisivo los pone en conflicto) se diluyan, y se pierda el entramado de las luchas históricas que hay detrás: las del feminismo organizado.

“Se abrió un espacio, hay que ocuparlo”

Hollywood dio el puntapié con la apertura sobre este debate en su masividad a partir de una entrega de importantes premios: feminismo prime time para quien guste. Rial y Srita. Bimbo coincidieron en que “se abrió un espacio, hay que ocuparlo”.

Pero, si con Freijo y Peker el vivo no dio más de treinta minutos, y con Malena Pichot fue casi el doble, es porque hay allí una suerte de criterio o decisión comercial. Ahí se refleja que hay un tipo de mujer que está siendo construida para ser vendida. Malena hablando en clave de stand up puede hacerle el juego a la tv en esta nueva construcción del feminismo que vende, y ahí es donde el movimiento y todxs perdemos. No por ser Malena, sino porque “si queremos persuadir a la mayor cantidad de gente posible, por ahí tenemos que medir el modo en el que lo hacemos” como aclaró Julia Mengolini y luego añadió que no podemos cargarla, tampoco, con esa responsabilidad.

Sororidad ante la televisión que finalmente habla de feminismo pero  haber llegado a ella no es la conquista sino una instancia más, en la historia del movimiento, para universalizar la igualdad de género. La conquista real será cuando adquiramos los derechos por los que luchamos, cuando no nos pregunten si odiamos al hombre. Porque feminismo es Araceli González diciendo que no es feminista pero que “en su vida hizo todo sola” y Freijo invitandola: “no estás sola, estamos aprendiendo, acá estamos”. Porque por fuera de los eslogans, nosotras Nos Tenemos entre todas. De eso se trata la lucha que llevamos todos los días, en las pantallas, en la plaza, en la casa y en la cama.