“Salimos a marchar desde nuestro lenguaje que es bailar”

“Essa canção muito antiga
Do tempo da escravidão
Os negros em sofrimento
Cantavam e alegravam o seu coração
Presos naquelas senzalas
Dançando ijexá
Aquela canção muito linda
Com os versos em yorubá
Era assim”

“Esa canción muy antigua
Del tiempo de la esclavitud
Los negros sufriendo
Cantaban y alegraban sus corazones
Presos en aquellos galpones
Bailaban ijexá
Aquella bella canción
Con los versos en yorubá
Así era”

Por Leila Inti

Ilustraciones por: María Macarena Martin

Para los esclavos africanos traídos a América la religión Candomblé significó un foco de resistencia frente a la avanzada colonizadora. Desarraigadxs y sin un horizonte de libertad, las prácticas de las danzas sagradas los conectaba más fuertemente al espíritu de comunidad. En particular, las figuras arquetípicas de los orixás reafirman el lazo de las fuerzas  primordiales de la naturaleza.

Conversamos con Vanesa “La Negra” Silva, profesora de danza clásica y facilitadora de danzas afro-brasileras-orixás, acerca de qué significa utilizar la danza como herramienta de intervención política y sobre cómo los elementos ancestrales se combinan entre lo femenino y lo masculino en una misma expresión.

Leila: ¿Cómo es tu formación en danza? ¿Cómo te conectaste con la danza afro?

Vanesa: Bailo desde que tengo seis años. Estudié danza clásica y moderna en el instituto Nacional de Artes. Me encontré con la danza afro una vez  que ví bailar a La Chilinga. La danza afro me atravesó desde el plano emocional, desde una cuestión más íntima como el vínculo entre lo femenino y lo masculino, los hijos, la vida. A partir de ese momento empecé a tomar clases de danzas afrolatinas con Cecilia Benavídez, quien fue mi primera maestra.

En un primer momento, me dividía entre el clásico y el afro, entre el aire y la tierra, hasta que entendí cómo trabajar con energías. Mucho después, me fue legada la docencia por medio de mi maestra y empecé a dar clases para reemplazarla. Di clases de danza en Ciudad Oculta durante dos años. Las clases eran en un terreno y no había ni siquiera música, sólo teníamos el cuerpo como instrumento y sin embargo todo se potenció. De hecho, me considero facilitadora porque jamás pensé que me iba a dedicar a ser profesora de danzas afro. Todas esas experiencias me ayudaron a confirmar que mi camino era dar clases de afro.

L: ¿De qué forma se actualiza la raíz afro? ¿Cómo se la invoca en el aquí y ahora?

V: La danza siempre moviliza y remueve emociones. Por eso nuestros ancestros están presentes mientras bailamos. En las danzas de raíz afro, trabajamos con elementos de la naturaleza. Tenemos en el cuerpo triángulos donde se vierte la energía de los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego. Los Orixás son deidades de las fuerzas de la naturaleza. Nosotros tomamos esas representaciones y los ponemos en obra cuando bailamos. Allí emerge el guerrero y la guerrera que cada unx lleva dentro porque estuvo siempre en la naturaleza en primer lugar.

L: ¿Cómo son las experiencias de bailar en la calle?

V: Son fuertes porque contás con el cuerpo lo que sentís. Y te encontrás con los llantos y abrazos de la gente. Me acuerdo de un 24 de marzo, mientras marchábamos, cerré los ojos y de pronto miré al cielo y vi todo lleno de mariposas. Pienso que todo tiene que ver con todo. Durante los ensayos se elaboran pequeñas secuencias coreográficas en base a orixás que te conducen a bailarlo, ya sea por su significado o su arquetipo. También sirve mucho debatir y compartir ideas para tener en claro por qué decidimos marchar de esta manera y desde dónde lo hacemos.

L: De alguna manera entonces la danza aparece como un espacio de intervención política…

V: La danza es un lenguaje de movilización con el cual sin tener que hablar ni discutir con nadie estás diciendo. Lo elijo porque es mi lugar, mi espacio y es como me gusta moverme, lo llevo con naturalidad. Salimos a marchar desde otro lugar, no a bailar. Salimos a marchar desde nuestro lenguaje que es bailar. Además una característica de la danza es lo colectivo. Como en las clases, nos comunicamos de manera silenciosa, sin gritar se va dando esta conexión de unx a otrx de forma natural.

L: ¿Cómo nace la conformación del Colectivo Afro?

V: Hace algunos años hubo un grupo de antropólogas y docentes que se llamó Oduduwá, se juntaban todos los 24 de marzo a marchar desde otro lugar sin una bandera partidaria. Con el tiempo se transformó en un frente cultural donde habitan varios otros colectivos como el murguero, el de charangos y sikuris. Nosotrxs desde el colectivo de danza afro también nos sumamos en algunas fechas y marchamos. En general es un espacio bastante libre, puede ir el que tenga ganas de contar, de festejar o de protestar pero siempre desde el respeto. Marchamos por la ley de danza, contra el 2×1 a genocidas y para el Ni Una Menos del año pasado.

L: ¿Qué te convocó a marchar en Ni Una Menos?

V: Voy a las marchas primero porque soy mujer. He tenido que pasar por situaciones bastante feas que me llevan a tener que defender ese lugar. Sin embargo opino que hay que tener cuidado con las formas. A veces el dolor te impide entrar en razones. Hay que aprender a escuchar, sin atacar. Entender como sociedad que todos somos iguales y merecemos respeto por lo que somos. Entre los seres humanos, los prejuicios actúan como máscaras. Pero en primer término tenemos que frenar la violencia y lograr un poco de paz. En general los conflictos están en nosotros.

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