PEUTEA #7: feminidades y política

Un comienzo emancipatorio signa la historia de las organizaciones feministas: crear la dignidad en coyunturas desfavorables. Una fuerza que significó siempre alzarse frente a un sistema feroz que pone las reglas y se alimenta de nuestro tiempo. Una máquina que no deja cuerpo sin valor.

Surfistas del neoliberalismo

“Todas debemos hacernos dignas de nuestros tiempos
rompiendo las cadenas que nos tienen unidas
al vil yugo de la explotación”
Juana Rouco, durante la Huelga de Inquilinos en 1907

Un comienzo emancipatorio signa la historia de las organizaciones feministas: crear la dignidad en coyunturas desfavorables. Una fuerza que significó siempre alzarse frente a un sistema feroz que pone las reglas y se alimenta de nuestro tiempo. Una máquina que no deja cuerpo sin valor.

Será por eso que hacernos dignxs de nuestro tiempo es una tarea necesaria pero molesta e incómoda de librar. Una dignidad que implica movernos en el umbral de lo público para desbaratar el orden de la moral y las leyes, hechas por masculinidades e instituciones dominantes. Por supuesto, las demandas que estuvieron fuera de esos límites, nunca fueron tomadas en serio. Pero desde esa negación nos expandimos, desde los primeros mítines, publicaciones y voces en la clandestinidad, hasta lograr la victoria del voto femenino, la participación de movimientos de feminidades en la esfera de lo público, la posibilidad de sembrar una mirada del mundo.

Los nombres de esa dignidad fueron cambiando a libertad, autonomía, sufragio, derechos, representación y construcción de la política de forma transversal. Conviene hacer el presente feminista y no esperar al futuro.

Hoy son las travas, lxs trans, tortas, disidencias y jóvenes quienes juegan en uno de los lugares claves: los nuevos sentidos de la política. Son quienes performatean lo político constantemente y trastocan las prácticas cotidianas. Desde abajo, emergen representaciones diversas que dan curso de acción a las demandas surgidas al calor de movilizaciones, debates y estrategias colectivas.

Hacernos dignxs de nuestros tiempos es indagar sobre la pérdida de lo más básico: los ejes que sostienen una vida. Desde ahí, desde la recuperación de esos ejes, hacer emerger la garantía de un Estado que defienda nuestros derechos humanos, darnos la posibilidad de modificar las estructuras arcaicas de la Justicia, apropiarnos de nuestros actos cotidianos y politizar cada acción, cada conversación.

Con el retorno de las formas más individualistas de fragmentación de lazos sociales, el reflote de movimientos de odio y la avanzada de dogmatismos religiosos; en el marco de gobiernos anti populares que protegen su progresivo autoritarismo mediante fuerzas policiales y dentro de una economía cada vez más excluyente: ¿son posibles otras representaciones políticas?
¿Cómo se construye política representativa con las condiciones de vida insatisfechas? Si las brechas son cada vez más excluyentes, ¿de donde sacamos fuerza para imaginarnos gobernando?

Si lo personal es político, queremos feminidades gobernando: políticas que sintonicen con los deseos. Pero ¿qué pasa cuando lo político nos es negado? Cosa de pocos, aquellos que habitan las altas esferas de lo económico son los habilitados técnicamente para tomar decisiones sin consultarnos, para desvincular la historia de nuestras conquistas y reprimirnos si nos negamos a aceptar este orden. Quizás porque nos cuestionamos no solo ese orden sino también esa represión, insistimos en persistir. Aguantamos en trincheras.

El terreno de lo público no se nos convida por motus propio sino por batallas históricas. Necesitamos estrategias feministas para batir urnas, ollas, encuentros, movilizaciones, marchas. Desindividualizar el dominio del mercado, el consumo como lujo, el trabajo precario y escaso. Repolitizar la vida, el cotidiano, es apostar a un paradigma distinto que tenga su raíz en la escucha de otrxs: una actitud compañera para gobernar. En momentos de crisis de legitimidad, posverdad, política de plataformas y algoritmos, es necesario plantar nuevas y otras estrategias de vida, de vida juntxs, de trama colectiva, fortalecernos en red, empatizar con compañerxs. Abrazarnos es un acto político. Hacernos dignxs en nuestros tiempos es crear unión, militar el compromiso y construir una sorora elección.