“Independientemente de lo que apunten la iglesia, los gobiernos, el parlamento, la corporación médica y jurídica, las mujeres implantamos nuestra propia decisión de abortar como una gesta de desobediencia frente al mandato compulsivo de la maternidad”.
Historia de una desobediencia, Aborto y feminismo, Mabel Bellucci.

 

Abortamos un mundo que excluye nuestro derecho a decidir sobre la soberanía primera de nuestros cuerpos. Haciendo uso pleno de nuestra capacidad de gestar otra forma de vida. Nuestro territorio del disfrute no es conciliable con las doctrinas clericales ni la criminalización promovida por el Estado y la justicia patriarcal. No le rendimos culto a una productividad que nos fue impuesta históricamente.
Escribimos una historia que nos fue expropiada, conquistamos nuestras propias vidas que son vulneradas en ausencia de Derechos para ser artífices de una Ley que nos proteja y considere como sujetas que merecen vivir y que tienen la capacidad plena de poder elegir. No queremos ni una muerta más por aborto clandestino.
En los cuerpos desobedientes las mujeres albergamos las insignias de un sistema obsoleto. Nuestro mundo es concebido desde el deseo. Abrimos las piernas sin culpas, obligaciones y no nos bancamos nada. Nos cuidamos, nos educamos en la sexualidad, en la anticoncepción desde la autonomía y la autogestión.
Metemos percha a la sumisión de los mandatos sociales. Volvemos sonido nuestro grito silenciado, que es el de las mujeres, violentadas, penalizadas por ejercer su libertad. Creemos que la maternidad será deseada o no será. Ya no podrán obligarnos a parir. Ya no podrán seguir perpetuando la esclavitud reproductiva que pesa sobre nuestros cuerpos desde tiempos inmemoriales.
El patriarcado somos todxs, más vale romperlo, abortarlo desde sus entrañas.
¿Qué mundo es aquel que garantiza la vida sobre la precarización de otras?
Si el cuerpo de una mujer es considerado la propiedad privada/mercancía/ objeto de consumo, ser dueñas de nosotras mismas es acabar con la obligatoriedad de leyes que actúan en favor de perpetuar violencias contra nuestras corporalidades.

Por eso en esta edición de Revista Peutea nos atamos el pañuelo verde en el cuello, como bandana y en las mochilas para gritar por el Aborto legal, seguro y gratuito. Hacemos de nuestro medio digital un espacio de reflexión y debate sobre la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, porque creemos que el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos no solo debe estar amparado por el Estado sino que además debe librarse de todo estigma social cuando la opción es la autogestión.
Acompañamos los martes y jueves verdes de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, nos acercamos a los colegios secundarios para saber la opinión de lxs pibxs sobre la implementación de la Educación Sexual Integral (ESI), hablamos del uso de misoprostol y dejamos bien en claro que las mujeres, lesbianas y varones trans abortamos y estamos organizadxs.

Queremos acabar con el tabú que nos tilda de asesinas, queremos acabar con la culpa que nos llevó a abortar solas y calladas, queremos tener el control sobre nuestra salud, queremos poder decir aborté en voz alta sin ser juzgadas moralmente. Queremos más información y menos riesgo.
Pensamos este número para el alud adolescente feminista que viene a deconstruir las imposiciones heteronormadas, biologicistas y religiosas. Aquellas que en las calles profesan el lema “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” son las que nos inspiran para debatir sobre la maternidad como elección y no como una imposición de la Iglesia y el Estado.
La despenalización y legalización del aborto es en Argentina la deuda de la democracia por eso interpelamos desde relatos en primera persona, ponemos en evidencia las redes de sororidad en el acompañamiento de la práctica y la realidad de los varones trans. Democratizamos la comunicación para saldar esta deuda y para pedir por el #AbortoLegalYa.

En tiempos donde el goce es un acto desobediente: las pibas desean, se muestran, toman el control sobre su sexualidad y reproducción, ya no se aguantan las decisiones políticas que condenan sus realidades y por eso elegimos darle visibilidad.
Las formas de sentir y ordenar nuestras experiencias fueron impuestas desde una posición de dominación, por eso derribar el arquetipo de Mujer = Madre y pedir un Estado laico significa para nosotrxs sacar a la historia feminista de la clandestinidad a la que fue sometida hace siglos. Hoy la historia la escribimos las mujeres, lesbianas, travestis y trans porque alzamos la voz de lxs que abortaron, abortan y abortarán.