POR REVISTA PEUTEA

“¿Son el manejo de los pigmentos y los lienzos pruebas de su existencia? También, ¿Tocar amorosamente las hojas de una planta, concertar “el acuerdo de tu vida”, cerrar el telar, encontrar la propia voz, amar bien a alguien? Todo eso es fruto de la vida creativa. Algunos dicen que la vida creativa está en las ideas y otros dicen que está en las obras. En la mayoría de los casos da la impresión de encontrarse en un ser sencillo. No es la virtud, aunque eso está muy bien. Es el amor, amar algo – tanto si es una persona como si es una palabra, una imagen, una idea, la tierra o la humanidad – hasta el extremo de que todo lo que se pueda hacer con lo sobrante sea una creación.”  
                                       Mujeres que corren con los lobos, p.278, Clarissa  Pinkola Estés.

En esta nueva edición el arte se convierte en la tierra fértil donde crece la lucha, la amistad y la belleza que nos moviliza hacia otro modo de ser en el mundo.
Históricamente, en este terreno las artistas han sido y, continúan siendo, desplazadas por la condición de género. Hemos aprendido biografías de memoria de artistas masculinos mientras en sombra se mantiene la ausencia de mujeres poderosas. Hemos acostumbrado nuestra mirada al asociar las figuras femeninas con el  derecho a aparecer en la escena del arte, siempre y cuando mantuvieran su posición de acompañante, amante, musa o madre.

Nosotras insistimos en el arte por Derecho Propio. Porque nos mueve el deseo decidimos cambiar de óptica y hacer foco en las vidas de feminidades que han hecho del arte su pregunta, su conquista, su resistencia, y su misma existencia.
Porque la creación artística se vincula a la forma más natural que tenemos de conocernos con nosotras mismas y es la que nos abre la disposición de construir  lo que deseamos ser. Para hacer de nuestro cuerpo un perpetuo deseo y empoderarnos desde ese espacio de libertad, de encuentro. Es por eso que  a través de las disputas en el arte nos atrevemos a vernos en la fortaleza de ese caudal, en fuerzas que tienen  fuentes propias de expresión. Creemos que la tarea que cada una lleva a delante como un destino colectivo, hecho de materia transmutadora donde el acto de unx repercute en los cuerpos de todxs.
Un mapa de sororidades diversas hace posible la música compartida desde la autogestión como en  MIA (Mujeres Incentivando Arte).  Nosotras escribimos la historia porque la vivimos, porque la creamos en este presente. 365 Mujeres Ilustradas nos permiten conocer algo más de la potencia de miles de mujeres que atraviesan con talento muchas esferas sociales que nos han sido vedadas. En ese puente que intentamos tender, nos sentimos reflejadas y conmovidas por las intervenciones de Zinteta sobre los cuerpos, porque: “El arte nos mueve. El arte nos despierta, nos hace temblar, nos hace vibrar, nos ilumina. El arte es pregunta, es problema, es cuestión. El arte nos vive, nos hace sentir vivxs. El arte nos despierta; y despierta todo aquello que nos hace seguir aquí. El arte es lucha, sentimiento, emoción. El arte es el gran interrogante que me dice que sigo aquí, viva”. Trazamos preguntas en el cuerpo, en nuestra vida, el movimiento y la danza volviendolos territorios políticos que disputan sentidos, formas fuera de lo normativo y cerca de la sinceridad. Donde el cuerpo del otro es también mi propio cuerpo. Y el arte la brújula para expresar un estado de cosas, manifestar necesidades urgentes como el Colectivo del Fin del Mundo en el espacio público.

Si las identidades dejan de ser permanente para volverse performáticas, según el momento y la emoción, lo que mostramos dice mucho más de cómo queremos ser que cualquier etiqueta.

Con esta invocación creativa que ensaya la unión entre  la experiencia, el arte, el trabajo, las relaciones con nosotros mismos y con los otros como devenir y transformación, es que emprendemos este viaje. Porque todo lo que está vivo cambia a cada momento, porque en colectivo siempre es mejor y porque arte será feminista o no será nada.