Jaquelina Flores: resistencia feminista en los bordes del sistema -Segunda parte-

Jacquelina Flores coordina al grupo de Promotoras Ambientales que pertenece al MTE. Junto con sus compañeras, concientizan y enseñan sobre la división y reciclado de la basura que descarta la Ciudad de Buenos Aires. Jacquelina fogonea feminismo en y desde la calle, reaviva el colectivo y el entramado del mundo cartonero y de la economía popular.

-Segunda Parte-

Por Carolina Hidalgo

Avenida 9 de Julio está cortada. Tres camiones parados la cruzan entera y detienen el tránsito. Trabajadorxs del MTE tiran basura y prenden fuego; una llamarada inmensa ilumina la protesta de quienes son abandondxs continuamente por el Estado. Esa imagen describe Jackie cuando piensa en la organización de la economía popular a la que pertenece. “La calle encendida”, dice. Así se siente representada.

Jacquelina llega a la cooperativa cartonera del Movimiento de Trabajadores Excluidos pareciera que casi por casualidad, pero “quien busca encuentra” dicen y así fue. Conoce a Juan Grabois y a Sergio Sánchez, referentes y militantes del movimiento que la reciben y la resguardan. Empieza un período de prueba, en el Centro Verde de Chacarita, que no se extiende demasiado hasta que comienza a asumir responsabilidades dentro de la organización.

En los márgenes de la sociedad capitalista, que se rige por el trabajo y la vida individual, nacen formas de supervivencia colectivas. A lo largo y ancho de su vida Jackie se cruzó con personas muy solidarias que le permitieron atravesar todo lo que le tocó. Sin esa solidaridad y sin la fe, no podría haber superado cada obstáculo. Hoy está convencida de que esos encuentros fueron los que la hicieron construirse en un “nosotrxs”, en un pensamiento colectivo. Se sabe parte del entramado enorme que es el MTE y la economía popular, y que se sostiene de ese mismo tejido que construyen día a día.

Tras asumir cada vez más responsabilidades Jacquelina se encuentra con las asambleas, con la circulación de la palabra, con lxs militantes que acompañan el proceso de entender el servicio que lxs cartonerxs hacen en la ciudad y que si ellxs mismxs no discuten sus derechos en la legislatura porteña nadie más lo hará. Comprueba que este es su lugar; donde hay libertad de expresión, donde las diferencias se hablan en una asamblea y se trabajan. Cada quien hace su rol, siempre desde su potencialidad.

Jackie ha sabido ser siempre una mujer de mucha impronta, de no quedarse y de expresar las cosas para que no le duelan. Así, con el “camino aceitado” como dice ella, empezó a pertenecer al MTE. No se sintió del todo completa hasta ser parte consciente de la economía popular, cuando pudo cerrar el círculo de verdad y convicción que intuyó y buscó desde esos días de infancia en su barrio natal. Ese círculo que le permite no doblegarse ante nada; ese entramado de amor que la sostiene, que le da espalda suficiente para enfrentar las opresiones que ella y sus compañerxs reciben del Estado y del sistema todos los días, por eso se siente capaz de dar su vida por el MTE.

Para Jacquelina Flores el trabajo es dignidad e integridad. Pero más dignidad demuestra cuando explica con convicción que el cooperativismo es distribuir la riqueza equitativamente y que las decisiones se toman de forma horizontal. Dignidad e integridad demuestra cuando haciendo un repaso de su vida está a la vista que su vivir y su hacer son siempre en plural, en colectivo.
-”me he cruzado con muy buenas personas en el camino de mi vida y eso hace que siga teniendo fe”.
Aun se pregunta qué tiene que aprender. Pero a diferencia de aquellas tardes en el tanque de agua que lo hacía por desesperación, hoy lo hace a pura conciencia.

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Jackie se emociona cuando habla de sus hijxs. Le tocó ser madre soltera. Lxs hijxs son dos de un primer matrimonio y dos de un segundo. A ambos compañeros, en sus respectivos momentos, los eligió. Pero por esas vueltas de la vida y de los vínculos se quedó sola. Al principio, asumir ese rol de mamá le generó angustia y dolor por no sentirse preparada pero en el transcurso del tiempo y del camino entendió que sí lo estaba y crió a sus hijxs sin ningún rencor.
“teníamos una relación cruda pero atravesada y resguardada por el amor. Había hijxs que miraban y no comprendían la situación por la que estábamos pasando, por ende toda la responsabilidad de ese hogar me correspondía a mí. Ellxs sabían que la mamá se iba a trabajar, desde chicxs siempre lo supieron. Eso me permitió que la relación con ellxs hoy sea abierta; crío hijxs libres, entiendo que tienen su libertad propia. La relación con ellxs es desde el amor y de no haberme callado nunca porque la situación hizo que los años pasaran y que ellxs empezaran a preguntar. Digo, no es normal que una mamá te diga que va a trabajar y se vaya a cartonear. No le podes pedir a una criatura que entienda eso pero como construimos desde el amor ellxs entendieron que era un trabajo también. Eso me permite hoy vivir plenamente, sin que nada de lo que transcurrió en esta vida nos dé vergüenza”.

Desde esa libertad que nombra Jacquelina, su hija Romina elige ser parte del MTE. Está sentada frente a la computadora del local en Chacarita y se sienta a almorzar con sus compañerxs cuando llegan de finalizar su turno de trabajo de la mañana.
A su mamá le brillan los ojos cuando repasa el proceso de Romi hasta llegar a amar este espacio y respetarlo. Como con otra compañera, Jackie se siente segura y confiada cuando su hija se hace propia del espacio. Cuando la ve cuidar a lxs compañerxs y cuidarse a sí misma. Valora y agradece poder llamarla “compañera”.
”Romi culpaba al MTE porque le arrebataba a su mamá; ella no comprendía que su mamá iba asumiendo otras responsabilidades por convicción propia. Cuando entendió que era mi libertad de elección, que aparte de ser su mamá, soy una mujer y que, así como la crié a ella libre, tiene una mamá libre; cuando terminamos de cerrar ese círculo le pude decir “compañera” y eso es un premio. Si hay algo que de toda la construcción que una hace con la militancia, que es construir para soltar, si hay un plus es Romi.”

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En el mundo cartonero, como en tantos otros mundos laborales, todos los puestos y las victorias conseguidas a lo largo de los años se dicen masculinos. Siempre al hombre como primer eslabón y la mujer desplazada, silenciada. Cuando Promotoras Ambientales nacía, las feminidades cartoneras entendieron que era una cuestión de género y que podían ser parte de la construcción de un feminismo popular que no naturalice a ninguna mujer que tire de una carreta de cuatrocientos kilos.

La relación de Jacquelina, entonces, con el feminismo se ve un poco en puja. Por un lado, admite y agradece al “Ni Una Menos” por haber acercado la posibilidad a las mujeres de la economía popular de distinguir las violencias dentro del hogar. En el mundo cartonero el machismo funciona de las puertas para adentro. Ahora distinguirlo permite que las compañeras puedan hablar, denunciar, defenderse. Permite que se visibilice en el ámbito público, que traspase la puerta para aprender entre todas. El “Ni Una Menos” las interpeló desde el extremo de la vida; desde comprender que el Estado debería velar por nuestras vidas y no lo hace, que nos arrebatan la vida por ser mujeres.

Pero por otro lado, para Jackie las mujeres de la economía popular no están representadas en muchas de las consignas que se levantan. Para las mujeres cartoneras, por ejemplo, el reclamo por la licencia de trabajo resulta utópico, porque tienen todos los derechos vulnerados. Aun así no se las nombra en la consigna sobre trabajo formal. Para Jacquelina Flores hay un movimiento dentro de la economía popular y de Promotoras Ambientales que se da en sentido contrario al movimiento feminista que más se escucha por estos tiempos. Mientras se llama a dejar la cocina y la plancha, las mujeres de la economía popular recién están teniendo el tiempo para estar en sus casas y probar las tareas del hogar.

-”nosotras nunca pudimos usar el delantal de cocina. Por qué negarnos a usarlo y, de última, decidir dejarlo si no es lo que queremos?, no pueden decirme que soy contrafeminista si yo quiero ponerme un delantal y hacer una ensalada, cuando toda mi vida he comido lo que me ha dado otrx. Esos espacios los tenemos que crear entre nosotras para poder entendernos y defendernos”.

Jackie apuesta a construir desde todos los frentes; acá ninguna sobra, todas sumamos.
Las mujeres de la economía popular pueden, por ejemplo,  sumar desde la distribución equitativa de los ingresos en la cooperativa, donde no hay jerarquías ni distinciones de género.
– “tenemos la capacidad para derrumbar cuando algunxs pretenden equivocarse y que empiece a funcionar de manera vertical, porque como la economía popular somos quienes hemos generado nuestro propio trabajo, no tenemos patrón. Podemos sumar y enseñar desde este lugar”.

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20768135_1389532791100318_5486377662242015266_nFacebook Jaquelina Flores


Jacquelina Flores amanece un día cotidiano y agradece todo lo que la rodea. Se mira al espejo y festeja la mujer que construye y es todos los días. Pone la pava para el mate; tiene una casa y tiene gas para calentar el agua para el mate. Ahora puede tomarlo por placer y no para callar a la panza que chilla de hambre. Sale feliz y plena hacia el local del MTE en Chacarita; hoy pertenecer al mundo cartonero es su elección.  Al llegar al local prende las lámparas de sal que dispuso en distintos rincones del espacio. Cree mucho en las energías del universo y cree en traerles paz a sus compañerxs, calmando las cabezas de tanto que han tenido que atravesar en la vida.  

Jackie, la política es vergonzosa pero arremete contra las opresiones porque está convencida que si ellxs callan serán otrxs quienes hablen. Anhela que cada unx de sus compañerxs pueda sentir la felicidad pero desde un lugar consciente, al responderse qué es lo que realmente lxs hace felices. A Jackie la hace feliz el mate, la poesía, que sus hijxs la conozcan tanto como para regalarle un cuadrito de Frida Kahlo. Sobre todo la hace feliz saber que su construcción es colectiva.  No existe un logro individual para Jackie; lo que importa es el logro que delante lleva un “nosotrxs”.

Ariana, de fuego, Jacquelina Flores se define a sí misma como una transgresora, una atrevida que no se conforma y sigue siempre hacia más.  Porque como la vida es un boomerang, lo que recibió es lo que da y lo que vuelve a recibir. Eso se lo permite el colectivo, el entramado,  la organización del MTE, de Promotoras Ambientales, el mundo cartonero y el de la economía popular.