POR SOFÍA SELASCO
ILUSTRACIÓN: JOSEFINA ROUSSEAUX

Correrse, acabar, terminar, darla, salirse, venirse, irse. Todas palabras que significan lo mismo: tener un orgasmo. El orgasmo es el momento de liberación de la tensión acumulada durante el sexo. Detrás de él, un cuerpo y una genitalidad atravesados por una sociedad y una cultura.

¿Te detuviste a pensar cómo llegamos a la caracterización de la sexualidad femenina y masculina que tenemos ahora? ¿Cómo se gesta el placer y el deseo? ¿Sabes qué te da placer? ¿Conoces tus genitales?

La Modernidad significó una nueva concepción de familia, que pasó a ser vista como un núcleo de lo íntimo y privado. Con la revolución industrial, el hombre ganó el título de “proveedor” y a la mujer se le asignó el título de “cuidadora del hogar” .

Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el placer y el deseo sexual?. Ana María Fernández, psicóloga de la Universidad Nacional de La Plata y doctora en psicología en la Universidad de Buenos Aires, propone pensar la cuestión desde tres mitos que en ese momento histórico constituyeron las bases de lo que hoy se entiende por sexualidad femenina: mujer igual madre -la mujer debe ser madre para realizarse como mujer-, amor romántico y pasividad erótica femenina.

En la Modernidad, la sexualidad femenina se constituye como contraria a la masculina. Mientras que el universo masculino es el de lo bueno, lo valiente, lo fuerte, lo inteligente y lo racional, lo femenino pasa a ser todo lo otro: lo pasivo, lo privado, lo relacionado a la reproducción y alejado a toda idea de placer. La forma de mantener esta distinción fue a través del disciplinamiento. Las mujeres, que accedimos doce siglos más tarde que los hombres a la escuela y dos siglos después a la Universidad, fuimos educadas para ser sumisas, obedientes, buenas esposas que no desarrollaran pensamiento propio. ¿Y con el sexo qué onda? La sexualidad era sólo con fines reproductivos, cualquier deseo por fuera de eso quedaba prohibido. En este sentido, disciplinamiento es sinónimo de coerción y violencia sobre cuerpos que no pueden expresarse de forma libre.

PATRIARCADO Y GENITALIDAD

El cuerpo es nuestro soporte y es la base y el principio de nuestra obligatoriedad a ser sexuados. El genital masculino es hacia afuera, el pene es un órgano externo y pasó a ser compartido en forma comunitaria. No sólo es más hablado si no que se habilita el placer y su externalización. El genital femenino, en cambio, es hacia adentro y eso, según nos dice la sexóloga Bruna Sacco, “marcó una dirección acerca del ocultismo en torno a lo femenino, también apoyado por una cuestión social”. Ésto llevó entonces a que el placer femenino no estuviera presente en la ecuación.

Pero el cuerpo no es el único condicionante. Desde la psicología se estudia la forma en que los cuerpos construyen subjetividad de la mano de la cultura. Gracias a lo que Freud y Lacan nombraron como “baño de lenguaje”, los seres humanos estructuramos nuestro pensamiento a partir de la palabra. ¿Qué pasa entonces cuando nos encontramos frente a una cultura patriarcal, que todo lo toca, que todo lo mancha? Antonella D’Alessio, psicóloga y co-fundadora de la Red de Psicólogxs Feministas, explica que “si nuestros instintos se encuentran atravesados por la palabra, y la palabra deviene de la cultura patriarcal, nuestros deseos y pulsiones son atravesados por el patriarcado”. De esta forma- continúa-, “si el patriarcado instituye la verdad de cómo es la sexualidad y la subjetividad femenina a través de la obediencia, la entrega y la ignorancia, eso es lo que las mujeres deben hacer para ser valoradas socialmente”. La sexualidad pasa a ser constituida como un tabú, merecedora de un castigo si se la disfruta, y convertida en fuente de deseo de lo masculino.

ORGASMO Y NATURALIZACIÓN

¿Cómo se construye entonces el deseo? A partir de su cruce con el mandato que deviene del imaginario social patriarcal. ¿Es la única salida? Claro que no, pero requiere de un esfuerzo por correrse de lo estipulado como “normal” y “correcto” ,sinónimos de heteronorma. “El deseo se constituye también a partir de lo que nos permitimos”, nos dice Antonella D’Alessio. ¿Y si nos permitimos desear?
Placer, deseo, cuerpo, ocultamiento, todo nos lleva a un mismo lugar: el clítoris. Escondido por años y generaciones, producto de la falta de educación sexual integral durante nuestro desarrollo.

Freud llegó a mencionar que el clítoris le cede su finísima sensibilidad a la vagina. ¿El clítoris tiene poca sensibilidad? ¿Cómo puede saber si nunca tuvo clítoris? “La sexualidad femenina fue definida y escrita por varones hetero-cis blancos europeos. Si Freud hubiera sido un varón trans nunca hubiese dicho eso”, remata D’Alessio. Por su parte, Ana María Fernández desarrolla la idea de que esta ignorancia prepara a las mujeres para que dejen el placer y el orgasmo a un costado, y aprendan del encuentro con el varón. ¿Por qué debo conocer de la mano de otro mi propio placer? Porque conocerte, nos dicen, es incorrecto, debe darte vergüenza y ante todo es tabú.

GESTIONANDO NUESTRO ORGASMO

Para conquistar nuestra sexualidad debemos descubrir nuestra genitalidad y quitarle la connotación de enfermedad o padecimiento. ¿Cómo es tu vagina? ¿Y tu vulva? ¿Viste tu clítoris?

Según la sexóloga Bruna Sacco un orgasmo, en caso de tener vagina, siempre es un orgasmo del clítoris. Más allá de la identidad de género en la que una persona se reconozca, si su soporte corporales una genitalidad femenina, el orgasmo provendrá del clítoris. “En este punto cuando hablamos de orgasmo, no tenemos que aclarar con qué pareja sexual estamos, sea mujer, varón, chico o chica trans, el orgasmo será el mismo”, dice.

Conocernos es el primer paso. Tener contacto con nuestro cuerpo y con sus sensaciones es nuestra responsabilidad y es lo que nos permitirá saber con qué cosas nos sentimos a gusto, con qué cosas no y qué nos da placer. ¿Disfruto cuando estimulo mi clítoris? ¿Qué pasa cuando toco mis zonas erógenas? Debemos ser artífices de nuestro propio orgasmo.

Si en el momento sexual no hay prácticas normales o anormales, la idea de normalidad queda desterrada en forma absoluta. Orgasmo es conquista, disfrutarse, conocerse, entender el placer propio y el de la otra, el otro. Si todo cuerpo es político, todo orgasmo es una batalla ganada.