En la tierra los pies, en los pies, la tierra

Ilustrado por Euge Dibuja

Todos los días me levanto y hago el mismo recorrido. Lo atravieso de mil maneras distintas: a veces tengo que correr porque llego tarde, cruzo los semáforos en rojo y hasta me tropiezo con alguna baldosa fuera de lugar que no alcanzo a ver; otras, camino tan despacio que parece que estoy quieta. Espero a los semáforos, quizás una o dos vueltas y puedo mirar hacia arriba a los primeros rayos del sol en las ventanas altas de los edificios. A veces me toca tener que escuchar a dos policías hablando con total impunidad de la violencia que ejercen en un pibe porque así se entretienen, otras no tengo tiempo ni para ver pasar una mosca.
Todos los días, una piba desaparece, falta de su casa y las redes estallan con su foto, sus datos. Se empapelan nuestras cabezas con su cara; se nos estruja el corazón todos los días con la incertidumbre de no saber dónde ni cómo estará.
Todos los días, mientras hago mi recorrido habitual lidiando con algún tipo que se cree capo por gritarme por la calle, un pibe está escapando o siendo amedrentado por la policía.
Todos los días los cuerpos y las cuerpas viven y reviven situaciones , atravesadas por la suerte de cada quien de haber nacido o renacido en algún u otro lugar; atravesadas por miles y miles de aristas entramadas como hilos en un telar.
No quiero más de “todos los días”. No quiero más policías ni baldosas flojas ni pibas desaparecidas. No quiero baldosas; quiero tierra en mis pies. Quiero tierra en los pies vivos de cada compañera.

Quiero tierra en mis pies y los pies en la tierra. Desde la tierra se despega nomás el vuelo.
Los pies en la tierra, compañera. Los pies descalzos en la tierra.