Escribe: Camila Pichardo
Foto: Ailu Montañez
“Si controlan las semillas, controlan los alimentos, lo saben: es estratégico. Es más poderoso que las bombas, es más poderoso que las armas, es la mejor forma de controlar a las poblaciones del mundo.”
Vandana Shiva
Si bien habitamos un mundo que se rige bajo lógicas capitalistas, heteropatriarcales y especistas, que encierran la alienación y opresión constante sobre los procesos productivos y la vida, cada vez resuena con mayor fuerza en distintos sectores de la sociedad el llamado a la concientización sobre la crisis que produce el modelo de consumo industrializado de animales, frutas y verduras, que deriva en la quema de los bosques nativos en varias regiones del planeta, y acuerdos políticos como el negociado de producción porcina con China, o la Ley de Etiquetados que se viene debatiendo en el Congreso de la Nación. Síntomas de un sistema en crisis que no encuentra sostenibilidad desde hace ya varios años. Intoxican la vida en todos sus planos pero especialmente impacta en una de las necesidades básicas de toda la población: la alimentación.
Nos venden soluciones prácticas, fáciles, rápidas. Ingerimos alimentos sin saber cuál es su procedencia, productos que imitan en gusto y forma a los alimentos reales pero, por dentro, están vacíos. No es que no tengan pulpa, semilla, contenido, sino que no proporcionan los beneficios nutricionales que necesitan nuestros cuerpos. Desde acá emerge la necesidad de una acción, política personal y social, para repensar nuestros consumos como parte de un entramado que a veces nos resulta invisible. ¿Qué estrategias encontramos para enfrentar, desde los feminismos, este sistema productivo que está en manos de unas pocas pero grandes empresas?
Conversamos con Paula Reartes, fundadora del emprendimiento Alimento Madre, cocinera vegana, feminista antiespecista y, como se percibe a sí misma, autodidacta. Comenzó, como todx emprendedorx, resignada y cansada de que el sistema laboral precarice su trabajo. Hace alrededor de dos años trabajaba como animadora de fiestas infantiles, artista callejera en subtes, camarera y acompañante terapeutica. “Estaba dividida, escindida. Un día dije bueno ya fue, voy a hacer algo que me guste, voy a hacer algo que vaya conmigo: ofrecer mis comidas. Empecé con hamburguesas de lentejas, pero de una manera muy micro, a mis vecinxs y amigxs”, cuenta Paula, y reflexiona que “el origen de Alimento Madre estuvo en relación conmigo y con mis procesos. El nombre no fue al azar ni lo hice apurada. Hice una lluvia de ideas, de colores, de sensaciones. Después todo se empezó a dar de manera muy sincrónica. Me gustaba mucho como dibujaba una chica y le pregunté si se animaba a hacer el logo. Todo el dibujo es conciso y armonioso. Le dí unas fotos de la Madre Tierra y ahí nació la mujer con trenzas, enraizadas con frutos y cereales, que representa al emprendimiento. Empezar a respetar a la pacha y agradecer los alimentos. Así nace este proyecto”.
-¿Qué significa alimentación consciente?
P: Significa un movimiento. Este movimiento pone el foco en las semillas, en los procesos, los ritmos, y los conocimientos se vuelcan en la producción de lo que consumimos. Trabajo mi paciencia, respeto, observo con calma y atención. En contrapartida a la producción tradicional se generan movimientos sociales como es el de la soberanía alimentaria, una alternativa a las estructuras productivas contaminadoras del agronegocio. Somos soberanxs cuando accionamos para tomar parte en nuestro derecho a la alimentación sana y al derecho de la conservación de la vida en todos sus planos, de todo el ecosistema. Son movimientos que nos hablan de cuidados, de pensar colectivamente.

La combinación cada vez mayor entre la visibilización de organizaciones sociales que difunden el daño inmenso que le estamos generando al planeta y la utilización dispositivos tecnológicos y redes sociales han generado mayor circulación de información respecto a la alimentación consciente. Pero, aún así, es importante no olvidar las posibilidades reales de existencia en los distintos estratos de la sociedad, el privilegio de clase que recae sobre ser criticxs en el acceso a la información y en la elección de alimentos reales como postura política y social.
-Y si hablamos de cuidados y de lo colectivo aparece el modo de construcción de los movimientos feministas. ¿Qué es el ecofeminismo o feminismo antiespecista?
P: Hay una parte del feminismo que se denomina antiespecista, que propone que ninguna “hembra”, tanto humana como no humana, por ejemplo una vaca, tenga que ser abusada y utilizada para la satisfacción de un otro. Reveer cómo la mujer y las disidencias han sido utilizadas y abusadas es ver hoy cómo se replica en el consumo de animales. Yo en ese punto me defino feminista y antiespecista. Se trata de salir de nuestro egocentrismo, entender que estamos todxs conectadxs. Y también hay toda una línea muy interesante que explica cómo de la misma manera que el hombre blanco y hegemónico se apropió de la tierra, por sobre los pueblos originarios y el territorio, también se apropió de los cuerpo de las mujeres y de las disidencias. Entonces, la agroecología que proponen los ecofeminismos es empezar a tener conciencia de que no se puede seguir con el ecocidio que está sucediendo contra la madre tierra. No se puede seguir faltándole el respeto. Respetar a la madre tierra también es respetarnos a nosotrxs mismxs. Otro de los puntos que se busca visibilizar desde los ecofeminismos es el rol de la mujer en el campo. La importancia que tiene hace años en llevar adelante cultivos y, a su vez, los quehaceres domésticos. En el imaginario social siempre encontramos hombres de campo. No es así, y claramente está invisibilizado por cuestiones de poder.
La asociación es del cuerpo de las mujeres con la ideas de fragilidad, sensibilidad y sumisión es la misma que sucede con la naturaleza. Imaginarios sociales, lógicas de poder, mecanismos simbólicos que operan en la práctica. Según Paula, “la pandemia es una señal muy clara de parte de la Madre Tierra. Estamos utilizandola de manera errónea, y acá puntualmente está la diferencia entre agronegocio y agroecología”. La agroecología propone trabajo digno, respetable, soberanía alimentaria, y el derecho a trabajar la tierra y saber de dónde vienen nuestros alimentos.
