Derecho a desear: mujeres con diversidad funcional

entrevista a Lucre, CABA, 09/01/2018, por Lucía Barrera Oro para Revista PEUTEA.

POR SOLANGE IDALGO

FOTOGRAFÍAS DE LUCÍA BARRERA ORO

“lo que nos iguala, es que todos y todas con y sin discapacidad somos seres sexuales, sexuados y eróticos”

Silvina Peirano

La construcción cultural de las mujeres con discapacidad las lleva a tener que explorar su sexualidad con más barreras de las que de por sí tienen por el hecho de ser mujeres. Dependencias, esterilización y un sistema de salud y educación (aún) inaccesible instalan en el imaginario colectivo que discapacidad y sexo no son compatibles. Pero ¿qué pasa con ese cuerpo despojado de la sexualidad? ¿No tiene deseos, derecho a desear?¿Qué es la diversidad funcional?

La autonomía, libertad e igualdad de derechos sexuales de las personas con diversidad funcional no son temas que el feminismo ponga en agenda. La sexualidad que se desarrolla a lo largo de toda la vida es obstaculizada por tabúes, prejuicios y estereotipos dentro de las familias, los entornos sociales y para ellxs mismos. Aún así las personas con diversidad funcional atraviesan las mismas etapas sexuales que cualquier otra persona pero no lo solemos reflexionar de este modo porque nuestra concepción sobre la discapacidad es lo que hace a esta población llamarse “discapacitada”.  El capacitismo se refiere a las capacidades de las personas, y en lo sexual, está asociado al placer. Si homologamos la capacidad de caminar, ver, oír o cualquier otra aptitud del cuerpo, con la de sentir placer, se deduce que la persona con discapacidad es incapaz de sentir deseo y de gozar. Es la norma la que niega esos deseos existentes y mide las capacidades con la vara de, justamente, la “normalidad”.

Diversidades y sexualidades

El término “diversidad funcional” se refiere a no jerarquizar las funciones de las personas. Nos hace pensarnos como diversos funcionales a todxs, y deshabilita la división social basada en las capacidades. Por eso, nombrar a estas corporalidades como “cuerpos diversos” propone una nueva forma de concebir el deseo y la erótica acallada por los estereotipos de belleza y de normalidad. De esto habla Antonio Centeno en su documental  Yes we fuck.  

El erotismo y autoerotismo en mujeres con diversidad funcional no es un tema del que se hable cotidianamente, pero ellas se imponen ante la sociedad permitiéndose descubrir su propio cuerpo en solitario y en compañía de otrxs.

Silvina Peirano, creadora del blog Mitología de la sexualidad, propone desmontar la falsa creencia de que no hay nada para leer, nada escrito, nada investigado sobre sexualidad y discapacidad. En este sitio recopila material gráfico y audiovisual libre y gratuito  para que cualquier interesadx pueda acceder a él. También abre el debate sobre el acompañamiento sexual y sostiene que “no es un servicio asistencialista y paternalista del sexo de lxs discapacitadxs, sino que tiene una perspectiva más amplia. La asistencia sexual no podría entenderse sin el concepto de la diversidad funcional, la vida independiente, los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos y el resultado de quitarle la construcción de dependencia y minusvalización a la discapacidad. No es una terapia sexual ni está adjudicada al debut sexual de los varones cis discapacitados que pueden pagarlo”.

La sociedad capitalista funciona con un concepto de capacitación productivista, en el que creemos que lxs capaces son aquellos que caminan, que ven, que escuchan “bien”. ¿Qué está “bien”? ¿Qué es “lo normal”?

Autonomía sexual

Lucrecia es usuaria de silla de ruedas desde los 11 años, hoy, con veintiseis, es escritora, guionista y productora de cine. Actualmente produce y guiona una miniserie sobre una “sugar baby” en silla de ruedas.

“Hasta mis 18 años estaba muy aniñada, no es que tenía actitudes aniñadas sino que el propio entorno tiende a infantilizar. Al terminar el colegio me reinventé y decidí desarrollar muchas estrategias que tengo hasta el dia de hoy para ser la persona que siempre quise ser. Fue una etapa de construcción de mi identidad más allá de la silla de ruedas, más allá de la discapacidad. A los veinticuatro años cambie a una silla de ruedas eléctrica: eso me dio autonomía corporal y emocional y sentí que floreció mi personalidad real”.

Para Lucrecia vivir su sexualidad implica estrategias de seguridad, comodidad y accesibilidad. “Encontré barreras en mi entorno familiar, donde hasta el dia de hoy tengo familiares que piensan que no puedo vivir sola y que necesito un enfermero las 24 horas. Las personas con discapacidad quedamos congeladas en el tiempo: eternas personas desfavorecidas que necesitan ayuda de todo el mundo”, nos cuenta Lucrecia y agrega que cuando dejó de depender de los demás para transladarse, afirmó su postura sobre ciertos temas, entre ellos, su propia sexualidad.

En Otra Norma, Lucrecia junto a su amiga Rosario comparten experiencias y tips para tener citas siendo usuarix de silla de ruedas. ¿Cómo es coger en un sistema capacitista donde la belleza dicta quién puede desear y ser deseada?

Lucrecia quería tener relaciones sexuales sin tener un vinculo afectivo. “Al principio el sexo fue conmigo misma, los chicos con los que estaba eran accesorios. Creé una fantasía para levantarme a los que me gustaban porque sabía cómo iban a reaccionar, y eso disipaba la silla de ruedas”, recuerda Lucrecia.

A pesar de que los apoyos no restringen la autonomía, las mujeres con discapacidad no son vistas como cuidadoras sino como objeto de cuidado, por eso es necesario hablar sobre la autonomía del cuerpo como un derecho conquistado. “La autonomía es fundamental para el ejercicio de cualquier derecho, en el caso de los derechos sexuales y reproductivos tiene que ver con asumirnos como mujeres sexuales con  el modo de satisfacer nuestros deseos. Es importante asumirnos como personas que gozan, darnos el permiso de experimentar placer, decidir de qué manera queremos hacerlo y qué anticonceptivo queremos usar, si queremos o no tener hijos y con quien queremos tener relaciones sexuales”, afirma Verónica González Bonet periodista e integrante de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI).

Derecho es salud

REDI trabaja para que se cumpla la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. En el 2018 lanzaron la campaña #NosotrasTambienGozamos que inauguró la plataforma web accesible sobre derechos sexuales y reproductivos en la que se puede encontrar información con enfoque de género y accesible sobre centros de salud.

Desde el 2008, mediante la Ley 26.378, se debe proveer información (en formato accesible) y apoyos necesarios para que las personas con diversidad funcional puedan acceder a  decidir, a maternar, y a la planificación familiar, como también la posibilidad de abortar si surgiera la necesidad. “La primera barrera con la que me encontré fue la falta de información, mis viejos pensaban que yo era asexuada asique ni siquiera pensaron en brindarme información. En la escuela tampoco se hablaba sobre sexualidad. A los diecinueve años fui a una ginecologa para que me recetara pastillas anticonceptivas, pero ella me dijo ¿tu mamá sabe lo que estás haciendo? Decía que me preguntaba por si yo no me acordaba de tomarlas?”,  cuenta Verónica en conversación con Peutea, “con el ejercicio de la maternidad también tuve dificultades y dudas sobre mi capacidad de ser madre siendo una persona ciega”.

En sus investigaciones, Silvina Peirano afirma que la sexualidad no es un derecho porque nadie tiene que darnos la sexualidad, cada uno de nosotrxs nacemos como seres sexuales que construyen sus biografías sexuales a través de la erótica. En este punto la REDI se aleja de ese enfoque y aspira a romper con el tabú que impone que, en la adolescencia de las personas con diversidad funcional, la sexualidad es sinónimo de abuso y no una voluntad propia.

“Desde REDI sabemos que se esteriliza a las mujeres con discapacidad, en el caso de las mujeres con discapacidad psicosocial e intelectual son las propias familias y los médicos quienes deciden la esterilización paraevitar abusos”. Esto es terrible porque se anulan todos los derechos de esas mujeres”, dice Verónica, quien colaboró en el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. “Uno de los puntos fue el consentimiento informado, para que la mujer con discapacidad pueda dar su consentimiento y que no elijan las familias o la Iglesia al momento de abortar o maternar, y por otro, logramos que se modifique el término “malformaciones fetales graves porinviabilidad extrauterina del fetoporque sino se prestaba a una cuestión eugenésica que resultaba discriminatorio para las personas con discapacidad”, detalla González Bonet sobre su participación en el proyecto para la Ley IVE.

Lucrecia cuenta su experiencia de aborto clandestino y cómo eso acrecentó el estigma sobre ella en Córdoba, su ciudad natal: “A los 21 me quedé embarazada de mi novio y decidí abortar. Mantuve ese hecho oculto durante muchos años, hasta que me convertí en una abanderada del feminismo y comencé a compartir mi experiencia con orgullo. Eso hizo que me diera cuenta de que para la mayoría de la gente, que estés en silla de ruedas y hagas determinadas cosas no te permite aparecer en Tinder o en una página de sugar babies, o incluso abortar. Hoy digo sin tabúes que soy una lisiada abortera.”.

Para acabar con el abordaje prejuicioso y discriminatorio que hay sobre la discapacidad, todxs deberíamos capacitarnos  sobre la diversidad funcional. La vulnerabilidad de derechos surge de las discriminaciones cotidianas: en los medios, en la falta de información, en la falta de empatía en nuestros comentarios y argumentos. El erotismo es parte de todxs lxs cuerpos, y las mujeres y disidencias con diversidad funcional son parte de la diversidad sexual en la que habitamos.